No hay por qué ser buenas. No hay por qué caminar por el desierto de rodillas incontables kilómetros, por arrepentimiento. Sólo hay que dejar que el animal suave del cuerpo ame aquello que ama. Hablame de tus penas, yo te cuento las mías. Sigue su marcha el mundo mientras tanto. Por el paisaje, mientras tanto, el sol y las piedritas claras de la lluvia, se mueven, por los prados y los frondosos árboles las montañas y ríos. Y los gansos salvajes, mientras tanto, por el limpio aire azul volando alto emprenden el regreso. Y vos, seas quien seas, sin importar cuán sola te sentís, el mundo se le ofrece a tu imaginación, te llama como llaman esos gansos salvajes, enérgicos y ásperos, anunciándote una y otra vez el lugar que ocupás en la familia de las cosas.
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amo este poema ! ❤️
Un poema bellísimo, abrigo para un lunes neblinoso de invierno, cuando todo tiende a desaparecer, como hoy. Muchas gracias EZ