A una se le dice cal viva: a una, muerta; una, de acción hasta el punto de activista, pasa de pura a purista y de ahí pasa a depurar (destruyendo lo que purifica). Y una, nada purista y sólo constructora, trabaja apagadamente y sin cronista: más modesta que peón de cantera, por debajo del salario mínimo, de nortista. * Una cal sale todo por ahí, vistiendo todo con el algodoncito blanco de su camisa, de una camisa que, al vestir de fresco, viste de claro y de nuevo, y reperfila; y las veces que viste pared de adobe, o de tapia, de tierra cruda o de arcilla, esa cal le construye un perfil afilado, una esquina pura, casi de piedra sillar. Una cal no sale: se rehierve en hornos caleros, apurándose sin fin la corrosión y la ira, el purismo y la intolerancia inquisidora, de beata y gramatical, solamente punitiva; si la dejaran salir, saldría royéndolo todo (de todo, y hasta cosas no nacidas), y al fin roídas las fichas e indicadores, se roería los dientes: en fin, autopolicía.
Comentarios
Sin posts